
Los jóvenes de los años cincuenta vivían las contradicciones y la podredumbre de una sociedad que les sonreía desde las bocas almibaradas de Bing Crosby o Dean Martin. Sin embargo, era la guerra fría, era la caza de brujas, era una inmensa conspiración que no permitía ver más allá de esos síntomas.
Tal vez por ello el rock and roll ha representado en nuestro siglo más que una simple moda musical. Ha sido la ruptura con todo lo anterior dentro del único terreno que permanecía accesible: la estética.
El rock fue el eje alrededor del cual giraron como un torbellino muchos de los tabús intocables de una sociedad puritana e hipócrita.
Sexo, violencia, sinceridad descarnada, la voz elevada a grito, vestimentas provocativas, falta de respeto a los mayores, eran utilizados como nunca antes por los jóvenes para demostrar su rechazo.
Es evidente que quien llevara a sus últimos extremos todo lo anterior habría de convertirse en ídolo. Y ese ídolo fue ELVIS.
Él fue el primero en hacer lo que nadie, a parte de los negros, hacía. Elvis fue un intérprete, un cantante privilegiado que supo reunir en una combinación original formas blancas (country) y elementos de ascendencia negra (gospel, spirituals, rithm & blues). Su voz era capaz de realizar las más increíbles inflexiones.
Se le escuchaba a punto de caer al suelo agotado, pero volvía a elevarse moviendo su cuerpo, inagotable y eléctrico. Su presencia en escena era todo lo descarada que podría esperarse, y su contoneo despertaba los incipientes instintos sexuales de una audiencia a la cual se dirigía en exclusiva.
Porque éste era otro de los puntos claves: Elvis era un joven para jóvenes, un ídolo extraído del mismo grupo al que destinaba sus canciones, sus desplantes, su tupé, sus trajes de cuero, todo cuanto poseía. Eso fue lo que un día acordaron en llamar The King.
Las 290 canciones de Elvis Presley
The Best of the King 2 CD's
Arquivo pando.
Discografia Elvis Presley...
|